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En el magnífico libro La ley del espejo, Yoshinori Noguchi nos expone esta fantástica técnica que nos ayuda a liberarnos de pesadas cargas emocionales que arrastramos en nuestras vidas. Con la ley del espejo podemos deshacernos de pesados conflictos emocionales con alguna persona en el pasado, que se manifiestan en el presente aunque no podamos encontrar ninguna explicación aparente. El éxito del libro se basa en explicar una sencilla pero efectiva técnica para curar traumas del pasado a través de una bonita y emotiva historia. Aunque la técnica sea sencilla, no es fácil aplicarla, ya que supone enfrentarnos cara a cara con temores y traumas que tenemos muy arraigados en nuestra mente. No obstante, es interesante tenerla en cuenta, por su probada eficacia.

La ley del espejo dice que las circunstancias que nos surjen en la vida son el reflejo de lo que nos pasa en el interior. Por lo tanto, si tenemos un conflicto en nuestro interior, éste se verá reflejado en nuestro entorno adoptando la forma de algún problema o circunstancia. Según el autor, todo pasa por alguna razón. Lo que se manifiesta en nuestro exterior tiene la finalidad de recordarnos este conflicto interno y que debemos solucionarlo. Esta circunstancia es lo que Noguchi llama «ley de lo inevitable», es decir que si evitamos el problema, éste no se va a solucionar. Si resolvemos estos conflictos, originados en el pasado, nuestra vida presente no reflejará esta negatividad del pasado, y podremos literalmente liberarnos de los problemas.

La ley del espejo es una terapia que se puede seguir de manera sencilla aplicando los siguientes pasos (o tareas) explicados en el libro:

1 · Hacer una lista con todo lo que se le reprocha a una persona, desfogándonos a gusto. Después de que haya salido todo, romperemos ese papel y lo tiraremos.

2 · Escribimos en otro papel qué hizo esa persona para molestarnos, y las razones que pensamos que tuvo para hacerlo, intentando entender la equivocación de esa persona, su inmadurez, su no saber hacer, su debilidad, etc… Tenemos que pensar en que nosotros en algún momento podemos haber cometido un error como ese, por muy grave que sea.

3 · Escribir una carta, aunque nos cueste, agradeciendo todo lo que podamos agradecer a esa persona, aunque sea negativo. Escribimos aquello que hemos aprendido gracias a la relación con esa persona. Quizás aprendimos cómo debemos tratar a los otros, lo que hay que hacer, lo que no debemos hacer, etc… Como deberíamos habernos relacionado con esa persona para que la relación hubiera sido mejor. Podemos titularla «Qué puedo agradecer a fulanito de tal».

4 · Escribir una carta de disculpa por todo aquello por lo que queramos pedir perdón a esa persona. «De qué me quiero disculpar con fulanito de tal»

5 · En voz alta y repitiendo durante 10 minutos como mínimo, decimos: «Utilizando la fuerza de las palabras para la propia felicidad, calma y libertad perdono a … (pausa) Perdono a …». No hace falta que lo sintamos plenamente de corazón, simplemente lo decimos.

6 · Transmitir a la persona afectada las dos cartas, leérselas como si realmente sintiéramos dentro lo que hemos escrito, aunque de momento no sea así. Este paso se puede saltar en caso de que la persona a quien dirigimos las cartas esté muerta, desaparecida o no queramos ponernos en contacto con ella.

Por ejemplo, una relación difícil con el padre puede reflejarse después en problemas con el hijo o el marido, sin que podamos relacionar estos problemas entre si. En este caso (que es el que describe el libro), una carta titulada «Cómo me gustaria haberme llevado con mi padre» será la clave para mejorar la relación con el marido, ya que la actitud hacia éste es un reflejo de la que se tenía con el padre.

Dar las gracias y disculparse con una persona que nos hizo daño cambia nuestro sentimiento y nuestro corazón, es un cambio que nos beneficia a nosotros. Es normal sentir una enorme resistencia a cambiar una opinión o un sentimiento especialmente hacia alguien que repudiamos, pero es la única manera de conseguir un cambio en nosotros mismos y mejorar. Simplemente se trata de cambiar una idea, lo cual es difícil, pero pensemos que sólo se trata de una idea, de una postura, de un sentimiento, de algo que sólo existe dentro de nosotros. Se trata de abrir nuestro corazón.

Este ejercicio nos permite cambiar nuestro punto de vista de un problema que llevamos dentro, normalmente durante mucho tiempo, y que afecta nuestra vida. Al cambiar nuestro enfoque, puede que la otra persona (la odiada) también cambie su punto de vista hacia nosotros y podamos solucionar ese enfrentamiento de una vez por todas. Esto produce una liberación tremenda, de unos efectos increíblemente positivos. Simplemente nos puede cambiar la vida, así de contundente. Como más satisfacción, agradecimiento y amor sintamos en nuestro interior, más situaciones de la vida vendrán a reflejar esta situación.

Si no podemos perdonar significa que vivimos atados a algo del pasado, a una situación desagradable, a una persona en concreto, a una actitud. Esto no nos permite estar bien en el presente, ni tener una vida plena, armoniosa y en paz. Perdonar es dejar ir el pasado que nos tiene atados en el presente. En realidad, perdonar a otro implica que primero uno se perdona a si mismo (autoaceptación), primero aceptamos que nos han herido y que no podemos perdonar.

La realidad de nuestra vida es el espejo que refleja nuestro corazón.